“ÉL SANA A LOS QUEBRANTADOS DE CORAZÓN…” (Salmo 147:3)
Empieza por dedicar un tiempo buscando en su Palabra para saber lo que Él siente por ti. Su opinión es la única base confiable en donde apoyar tu autoestima. Si un Dios perfecto puede amarte teniendo completo conocimiento de tus luchas e imperfecciones, el mensaje es: ¡alégrate! Otra vez puedes amar y ser amado, pero únicamente con la misma intensidad con la que te amas a ti mismo. La próxima vez, asegúrate de que tu elección sea saludable, y no basada en tu necesidad o en el miedo a estar solo. Y ten cuidado:
Cuando no te valoras a ti mismo, tiendes a atraer a personas que hacen lo mismo, incluyendo a aquéllas que te utilizan y te menosprecian. Mereces más que eso, así que aguárdalo. Recuerda que enseñas a los demás a tratarte del mismo modo en que te tratas a ti mismo. En realidad, según te vas reponiendo, te vas dando cuenta de lo insalubres que han sido tus elecciones.
Si algunas personas se van, ¡que se vayan! A veces tienes que renunciar a menos para ganar más. Dios tiene guardados unos vínculos maravillosos para ti, pero está esperando a que tus valores y tus percepciones se alineen con los suyos. De manera que ve paso a paso, un día después del otro. Y no olvides de alegrarte; ¡tus mejores tiempos todavía están por llegar!
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